Dirigenta Mónica González reflexiona sobre el Trabajo Social

- ¿Cómo llegaste a ser Trabajadora Social?

- Desde muy pequeña tuve contacto con personas que tenían un alto sentido de vocación social. Mis padres son profesores, trabajaban en una escuela rural, lo que me permitió conocer realidades distintas. Posteriormente, decidí estudiar esta carrera en la Universidad de Valparaíso, sin importarme lo distante que pudiera estar de mi hogar, pues las ganas de estudiar y así poder ayudar, fueron más fuertes.

"Allí tuve la posibilidad de aprender y reconocer una realidad muy compleja -afirma Mónica González-. En esos tiempos estábamos en plena dictadura, muchas escuelas de trabajo social habían sido cerradas, había colegas desaparecidos y era grande la necesidad de asumir un rol clave en la defensa de las violaciones de los derechos humanos. Esos incipientes trabajos en torno a la defensa de los derechos de las mujeres, de muchas ONG en esos tiempos, no hicieron más que reforzar mi compromiso social. Siempre señalo que no es ser 'damas de colores', pues todos pueden tener vocación de ayuda, sino un compromiso social, una mirada integral, empatía y la entrega de herramientas a quienes las requieran".

- ¿Cuál ha sido tu experiencia laboral como Trabajadora Social?

- Durante mi quehacer profesional he estado en distintas áreas: infancia, mujeres, pueblos originarios, y desde hace varios años en la Corporación de Asistencia Judicial, a la cual ingresé cuando era Programa de Asistencia Jurídica (PAJ).

- ¿Cuáles son los desafíos de CAJMETRO?

- A nivel de la CAJMETRO, tengo algunos sentimientos encontrados. Creo que cumplimos un enorme rol en la primera línea para facilitar el acceso a la justicia, para “traducir” conceptos y comprometer a los usuarios con una actitud proactiva en el desarrollo de sus causas, en la Resolución Alternativa de Conflictos (RAC), que es una gran herramienta, no sólo para resolver una problemática concreta, sino también para educar a las partes y contar con elementos que les permitan prevenir situaciones conflictivas; en la prevención y promoción se logra plasmar nuestro rol educador, trabajando con grupos o comunidades, lo que nos permite desarrollar distintas habilidades para transmitir no sólo legislaciones vigentes, sino que además elementos para evitar que se desarrollen conflictos o vulneraciones.

"Siento que nuestro empleador -agrega Mónica González- no logra valorar el trabajo que se hace en forma cotidiana: Por ejemplo, en pandemia, el trabajar la contención es mucho más complejo. El no contar con los insumos mínimos y tener que usar nuestros propios recursos; el que estén en estado de monitoreo permanente, como si no estuviéramos desarrollando nuestras labores, todo eso deja una sensación de escasa empatía con nuestras acciones". 

- De pronto, el tema jurídico se ha impuesto, limitando muchas de nuestras acciones que no se pueden registrar en el Sistema de Asistencia Judicial (SAJ). Siempre me ha llamado la atención que, por ejemplo, en las Oficinas de Defensa Laboral (ODL) no se incorpore a profesionales Trabajadores Sociales, pues la explicación era que existían montos, en cuanto a ingresos, para calificar o no en la atención. ¿Eso quiere decir que esa es nuestra única función en la institución? Nosotros podríamos aportar mucho en esas temáticas.

- ¿Cómo ves el futuro del Trabajo Social en Chile?

- Debemos adaptarnos a esta nueva realidad, a las tecnologías y a ver cómo se utilizan adecuadamente para atender los requerimientos de nuestros usuarios. Por otra parte, las exigencias de nuestros usuarios, que son cada vez más demandantes y requieren de respuestas prontas. Por ello, debemos estar abiertos a asumir nuevos desafíos; nos quedan muchas barreras por superar, muchos aprendizajes, muchas batallas que dar para lograr que la justicia, la equidad y la dignidad, se hagan costumbre.